Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

domingo, 17 de enero de 2016

Un poema del Marqués de Santillana

Marqués de Santillana


Si tú desseas a mí, 
yo non lo sé, 
pero yo desseo a ty 
en buena fe, 

e non a ninguna más, 
assí lo ten: 
nin es nin será jamás 
otra mi bien. 
En tan buen hora te vi 
e te fablé 
que del todo te me di 
en buena fe. 

Yo soy tuyo, non lo dubdes, 
syn fallir 
e, non pienses ál nin cuydes 
syn mentir. 
Después que te conosçí, 
me cativé 
e seso e saber perdí, 
en buena fe. 

A ti amo e amaré 
toda sazón 
e siempre te serviré 
con grand razón, 
pues la mejor escogí 
de quantas sé 
e non fingo nin fengí 
en buena fe. 

- . - . - 

ÍÑIGO LÓPEZ DE MENDOZA, MARQUÉS DE SANTILLANA. Obras completas. Planeta / Autores Hispánicos. Barcelona, 1988. Pág. 23. 
 

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