Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

viernes, 5 de febrero de 2016

Un poema de Juan Gelman

Juan Gelman


LA PALA 

La esencia de la pala 
no tiene esencia, pero 
cava y sus combinaciones con la tierra 
abren túneles, pozos. 
Sin ella, ¿quién se ahueca 
para llenarse de vacío? 
El acto último del amor puro 
no juzga ni calcula, desoculta 
los crepúsculos secos de 
mieles amargas. Todo 
se torna forastero y hay sombras, 
como arenas dormidas. 

- . - . - 

JUAN GELMAN. de atrásalante en su porfía. Editorial La Página. Buenos Aires, 2011. Pág. 130. 

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