Un tronco seco ablandado por dos almohadones nos invita. Y buscamos. Podemos seguir el trazo de las ramas bajo el cielo. El sol construye su propio laberinto tras el filtro de las hojas. Si suena, el chistido seco de un colibrí nos habrá puesto cerca de la posibilidad de otro recorrido. Este vagabundeo con la imaginación elegirá hacer pie en las hojas, en las alas, en la luz. O puede detener su mirada en el gatito que dedica ingentes esfuerzos a perseguir su propia cola.

Que el gato encuentre su rabito y lo muerda es tan inmediato como la sorpresa dolida con la que se suelta. Pero pocos segundos después olvida o juega a que olvida y vuelve a correr tras de sí. Nosotros pasaremos los días en la misma ronda de encuentros de luz, mordidas de ramas y colibríes de olvido.

Quizás aquí, Bajo la rosa china, experimentemos algo de ello.

viernes, 11 de marzo de 2016

Un poema de Horacio Preler

Horacio Preler

EL VASO LLENO DE LUZ 

El vaso lleno de luz 
tiene ojos de caracol 
y el brillo que ha recibido de lo opaco 
se derrama sobre el mantel de la tarde. 

Un vaso lleno de cenizas 
tiene garras de chacal 
y se ilumina cuando se apagan 
las lámparas del amanecer. 

El vaso de la fantasía 
se abre al milagro de las horas 
y contiene los restos de la realidad. 

- . - . - 

HORACIO PRELER. Silencio de hierba. Ediciones del Copista. Córdoba (Argentina), 2001. Pág. 15. 

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